
Vivimos en un momento crucial. Nuevas costumbres que están cambiando nuestro estilo de vida gastronómico. Y que, tal vez más pronto que tarde, nos llevarán a hacer realidad el antiguo sueño: la posibilidad de universalizar la alta cocina para todos los públicos.
Gastrobares o restaurantes eclécticos. No están solos, sabemos lo que queremos. Los amantes de la buena mesa, aquella que cala y deja poso, aplauden cuando esta fluye con la naturalidad y frescura de un torrente en primavera. Este es el caso de los restaurantes eclécticos y gastrobares.
La unión hace la fuerza: pero si los que se unen son producto, alta cocina, creatividad a buen precio, cada uno en lo suyo, aparte de la fuerza, el resultado rebosa calidad, al combinar lo mejor de ambos mundos. Canalla Bistró (Maestro José Serrano, 5). Por su atípica e innovadora cocina consigue un increíble y revolucionario rendimiento que satisface a los clientes más exigentes.
Canalla Bistro se ha convertido en un restaurante ecléctico con identidad propia. Cocina de imperativo universal que altera las agujas de la brújula. Los menús resultan muy sugestivos, recrean supuestos viajes. Facilitan las experiencias. Glorifican la diversidad. De vez en cuando sucumbimos a su adicción.
Decir que los restaurantes eclécticos y gastrobares están de moda y que cada vez más abundan en las ciudades es una obviedad. Pero en su justa medida como todo en la (buena) vida.
No pasan inadvertidos: desde sus cocinas conforman una riada de platos y menús para todos los gustos. La calidad del producto y la creatividad del formato circulan como un fluido exitoso. Tonyina (Chile, 3).
Los restaurantes eclécticos y gastrobares que comparten comensales y clientes derriten diferencias y estrechan lazos en un proyecto común que incluyen aventuras con menús latentes.
